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martes, 22 de diciembre de 2015

Cada día el mismo

Cada día el mismo
cada vez distinto
tiemblo,
            luego existo.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

Yacientes Basra y Sheza, por bailar

                            
                                                                                in memoriam

Es culpable la lluvia                                   
el sonido cayendo
la tierra con su olor

¿las sorprende ya fuera o
salen a su encuentro?
(suya parece la cámara que graba
¿es inocente quien lo hace viral?)

¿por qué la risa? ¿con qué permiso
el juego? ¿el baile para quién?
el corrillo decide la sentencia de muerte
(en la casa, de noche, 
a la madre también)

sonrisa en fotograma
ejemplar epitafio

sucede hoy, ayer, mañana
en Pakistán,  aquí, 
a la mujer de al lado.
  
Basra y Sheza, de 15 y 16 años, fueron asesinadas junto a su madre a manos de parientes y otros varones, “por avergonzar a la comunidad y ensuciar el honor de la familia", pues las chicas habían reído, jugado y bailado bajo la lluvia.    23 Junio 2013, Chilas, Pakistán

25 NOVIEMBRE - 
Día Internacional contra la Violencia Machista

(poema Luisa Antolín en antología "Amor se escribe sin sangre" Editorial Lastura 2014)




domingo, 4 de octubre de 2015

Con llave cambiante - Paul Celan

Con llave cambiante
abres la casa en la que se arremolina
la nieve de lo callado.
Según la sangre que te brote
de ojo, boca u oído
cambia tu llave.

Cambia tu llave, cambia la palabra
que puede arremolinarse con los copos.
Según el viento que te empuje
se aglomera la nieve en torno a la palabra.

viernes, 3 de julio de 2015

Salir de casa - poemario Luisa Antolín

Palabras de presentación del libro al cuidado 
del poeta  ALFONSO BERROCAL


"Salir de casa, alcanzar la calle, lo abierto. Atrás eso que llamamos, a veces con sombra de extrañeza, hogar, casa. Más difícil aún presuponer del todo que la casa es siempre la metáfora de lo que somos, el lugar donde nos reconocemos. Pero entre esa apertura incierta y la incertidumbre de aquello que habitamos hay un umbral. Salir de casa, creo que tiene algo de ese momento en el umbral, de señal hecha, tal vez con tiza, allí donde los espacios se reúnen y disgregan. Ese mismo trazo vuelve semejantes la grieta, el hilo, la orilla, la frontera, el horizonte, la herida (Descubrimiento de la herida), palabras que hablan todas ellas de separación y vínculo al mismo tiempo, son algunas de las palabras que se dejan ver como un pespunte. No podrían dejar de decirse, necesarias como raíz. La raíz, dice la cita de Zambrano, la raíz de nuestra vida es siempre un momento que la nutre. Instante y encuentro dice la dedicatoria a la poeta Margarita Ballester. Todo ello nos pone en la dirección de ir hilvanando la lectura de estos poemas. Digo hilván como antes pespunte con la intención del que se atreve a suponer que la imagen de la costura, e incluso de la sutura, tiene cierto rango en el universo poético de Luisa. Tal vez podrían asociarse con el tiempo. No tanto a eso que, huecamente, suele llamarse la temporalidad, como categoría abstracta y separada, que a lo sumo nos deja con una calavera en la mano; sino más bien a una forma de saber tratar y recoger todo lo que queda encarnado y descarnado en el tiempo, un reconocimiento de sus múltiples formas, y donde la escritura es también coser a cada momento las cosas, los paisajes, la sucesión y la discontinuidad que somos. Presentes y mudanzas, circunferencias, las canciones del caracol son las partes del libro y las señales de cómo las distintas formas del tiempo hacen de nosotros el ojo de la aguja.
En el instante, en el pequeño acontecimiento reside un poder revelador que de algún modo trastoca las coordenadas de la realidad. En estos poemas se nos ofrece un orden de las cosas hecho de destellos de lo cotidiano, lugares que algo pueden decir aún, ausencias primordiales, apariciones, huecos, futuros, derivas. Por eso un poema como Tristes tigres está iluminado por una hermana que hace sopa “y no quiere ser pez/en un banco de peces”, ocurre tras una ventana que bien puede ser la misma en que “la soledad araña”, la monotonía ríe, se pica ajo y cebolla rutinariamente y el aceite se quema. Es la casa y la intemperie al mismo tiempo, como a veces un bosque de hayas cobija. Más que relojes hay una medida de hojas suspendidas en el aire “¿Cuánto tarda un árbol en perder/ todas sus hojas?”, se pregunta. Tal vez una eternidad tal vez sólo un día. El árbol es una de las figuras simbólicas de este libro, aparece con su majestad luminosa, nos enseña a invernar cuando el tiempo es estatua, estático y parece que no termina de pasar. Sus ramas, a veces, parecen raíces al aire. Otras figuras cargadas de sentido son el pájaro y la niña. El pájaro es liberado, es “paloma de presagios”, es la fragilidad de lo que podemos acoger entre las manos, o entre las cajas cosidas con hilo de seda, y es también la pequeña promesa que no termina de alcanzarnos aunque tenga abierta media ventana.  La niña no pertenece a la lejanía, es una presencia pura, está afuera y está en casa, nivela las cosas y los sucesos con el corazón, por eso es transparente, va y vuelve, “a merced del mar” y es la cifra de los mensajes a descifrar. No hago sino anticipar torpemente algunas de las poderosas imágenes con las que estos poemas apelan a un arraigo más verdadero entre las cosas, los lugares y los días. Un arraigo justo entre sus grietas, en el umbral de esta realidad y otra realidad, del sueño. La importancia de esos enlaces queda patente en un gran poema como “Las metamorfosis de Ovidio, mi gato” donde son necesarias y plenas de sentido todas y cada una de las preposiciones. Si del instante que nos conmueve puede salir una verdad, nunca será propia si no es propiamente compartida. Por eso, a la voracidad del tiempo, antes que un inventario de pérdidas se opone una pequeña resistencia esperanzada. Una esperanza hecha, como la poesía, tan sólo de asombro y latido. Se están marchitando los tulipanes del jarrón, pero aún, todavía mantienen algo de su hermosura. Quizá no se pueda saber mucho más que ese estar siendo que no sólo indica una de las citas, sino que viene a realizarse en cada poema. Y por eso nuestra poeta nos dice que nada sabe como Sócrates, o “no sé si sé vivir”, o pregunta ¿Qué? ¿Quién? ¿Dónde?, pero esa desorientación no es sino fidelidad a las pequeñas cosas iluminadas, al latido. Al fin y al cabo “las preguntas se responden con fantasmas”, dice y sabe. Cierto que a veces esa desorientación obliga a ovillarse, a andar en círculos, a recorrer todas las espirales. Sin embargo sabe con claridad absoluta que las fuentes no dejan de fluir y renovarse, que hay hilos de voz, de una voz tal vez remota y sumergida que todavía habla, susurra cosas como “ilusión de poder sobre el destino” o “nada puede hacerte prisionera”.
Estos poemas, divididos en partes, titulados algunos y otros no, creo que se articulan en un claro sentido de unidad, hecha precisamente por la reunión de fragmentos, piezas que encuentran entre sí su correspondencia y su grieta. Da la impresión de que cada palabra cada verso ha sido destilado hasta quedar en una expresión no mínima, sino simplemente, esencial. Por eso esta poesía no puede desprenderse de su propia poética, y es también su propio proceso de creación, una poética que queda explícita o sugerida, pero nunca añadida. La palabra que es precisamente destello, hilo, agua, nacimiento. Eso tan frágil y tan difícil de cuidar, tan expuesta como nosotros a los estragos del tiempo, tan luminosa como el instante. Una palabra que ustedes merecen escuchar de su propia voz. Luisa, enhorabuena por tus poemas"


Alfonso Berrocal - 5/06/2015

martes, 2 de junio de 2015


Hay que pedir la luna y pensar
              que nos la pueden poner entre las manos.
                                       Federico García Lorca

¿Dónde la vereda
caminante
que salta mi ventana
hasta la luna
encarnada?

Los cristales fríos de luz
y sangre quiebran
las escaleras – espinas
de rosal.

¿Dónde la luz, dónde
la fuente,  la fractura
que silencia la rama
inmóvil?

viernes, 8 de mayo de 2015

Salir de casa I

Ya es seguro. Publico nuevo libro de poemas en Junio. 
El título es "Salir de casa", una intención e invitación a abrir la puerta de la guarida, lanzarse a la aventura, sentir con, ser parte de, ventilar el espacio, dejar que otras personas entren... 



La ventana tiene abierta
una de las hojas,  sin embargo
el pájaro golpea
– una y otra vez–
contra el cristal cerrado.


"Salir de casa", de Luisa Antolín, próxima publicación Editorial Vitruvio, Madrid. 

jueves, 23 de abril de 2015

jueves, 26 de marzo de 2015

Formas del cuerpo en el vacío - Atelier de Moulage - Bruselas

http://www.kmkg-mrah.be/fr/atelier-de-moulage-0 

Hace dos siglos,  cuando viajar no era tan fácil como ahora,  los grandes museos abrieron los llamados “Talleres de moldes”, que se encargaban de hacer reproducciones de las más bellas esculturas de todos los tiempos.  Los museos se intercambiaban estos moldes, que al principio se realizaban a partir de la escultura original (la mano del artesano sobre la forma milenaria original)  y con ellos se conseguía luego una reproducción casi exacta,  que a la vez era única, ya que implicaba un acabado manual. Estas esculturas pasaban a formar parte de sus colecciones y se exponían para los visitantes.  Así, uno podía ver el David de Miguel Angel, la Venús de Milo o el busto de Nefertiti, sin moverse de su ciudad. Con el tiempo,  estas esculturas fueron perdiendo su valor, por considerar que eran al fin y al cabo, solo copias.    

En los edificios del Cincuentenario, al otro lado del Museo de la Guerra,  está el “Atelier de Moulages” de Bruselas. Una nave gigantesca repleta de filas de anaqueles de madera que alcanzan hasta el techo,  donde se conservan los moldes originales  de más de 4000 esculturas. Las más bellas estatuas de Grecia y Roma, los iconos sagrados de Egipto, los ciervos del Renacimiento, las ninfas de las fuentes de la Edad Media… 
Cada uno de esos moldes, que permanecen amontonados sobre las estanterías, ennegrecidos por el tiempo, como ruinas informes,  atesora el espacio de una forma, de un cuerpo que existió hace cientos de años.  Una curvatura de cadera, la línea delicada de unos labios, la languidez de una mano tendida hacia el saludo, el abismo en la mirada del existir. 
En cada uno de ellos retumba la huella del vacío que deja un cuerpo en el espacio, el hueco que contiene la belleza, el intervalo en el tiempo. Los contornos que recogen la línea divisoria,  el territorio, las formas de la materia… Presencias latentes en las estanterías en espera a cobrar vida, una y otra vez.

De mi personaje Lisa en Brussels Umbrellas


martes, 17 de marzo de 2015

Torpe en las maneras

I.                                                                                    
Torpe en las maneras
de las manos de carga,
en la ordenación 
del tiempo, amanece
estatua. 

II.
Silencio, tierra seca
viene – la esperanza.
Fuera no hay
                       barreras.

III.
Imita el traje de los árboles,
recolecta semillas para el invierno,
acoge el vacío –origen–
deja hueco.

IV.
Recoge los ovillos,
los hilos sueltos –boca
de la boca– Verde.

V.
Herida de nacer
mana la fuente. 

jueves, 29 de enero de 2015

Taínaron - Katerina Iliopoulou

Vuelve el viento de Grecia con la música y la luz...

Taínaron [1]                                                               
La poeta griega Katerina Iliopoulou

Aquí los días no se disuelven en el aire
caen en el agua
formando su propia capa
una superficie de separación.
Un halcón sobrevuela el cuerpo del verano
se sumerge una y otra vez
alimentándose y embriagándose por la caída.                       
No hay nada aquí
solo un viento de locos y piedras 
y mar
una promesa al azar
afila nuestra lujuria con el filo de la luna.

Cuando llegué por vez primera a este paisaje de final
el viento entro en mi boca con furia
como si yo fuera su único recipiente      
hasta que todas mis palabras desaparecieron.

Cada árbol recibe el viento de manera distinta
algunos sufren otros resisten
(encontré una palmera que daba a luz al viento y lo distribuía
en todas las direcciones)
otros tiemblan de arriba abajo y cambian de color.
Yo por supuesto no soy un árbol
me senté y llevaba puesto el viento como un abrigo
incliné la cabeza y miré hacia la tierra
de entre sus grietas, las raíces del tomillo
con sus jeroglíficos se esforzaban para alcanzar la luz
entonces las palabras volvieron.



A la poeta Katerina Iliopoulou he tenido el placer de conocerla porque hacemos pareja en una maravillosa antología de poetas y escritoras europeas que se publicará próximamente... Katerina coordina el sitio web greekpoetrynow.  
La traducción del poema es mía, a partir de una versión en inglés de Jonh O'Kane. 





[1] El cabo Taínaron o cabo Ténaro  está situado en el extremo sur de Grecia, en el Peloponeso.  Aparece en la mitología como emplazamiento de santuarios de varios dioses e incluso puerta de estrada a la laguna Estigia. 

martes, 20 de enero de 2015

Entre hoy y el otro día hay una muerte

    A mi querida amiga Paloma Sancho, in memoriam
   (que nació un 20 de enero como hoy y sigue viva en mí)

Entre hoy y el otro día hay una muerte
I.
Todavía recuerdo el calor de tu mano
el calor que protege
del miedo y de la escarcha.

Quería que supieras
que estaba allí contigo,
 no dejarte marchar.

Pero tú ya empezabas a irte,
como una flor desprendida del tallo
baja por el río.

II.
Desde niños nos enseñan a callar.

Las preguntas silenciadas resuenan
como un coro de fantasmas.

III.
Los que conocen la muerte
saben que no hay porqué.

No hay nunca una razón para la muerte.

IV.
¿Qué sabemos de la vida
cuando la muerte nos sorprende?

                        Nada, nada, apenas nada.




lunes, 19 de enero de 2015

Dos amaneceres


El primero, el día que abre el año, restos de espinas recientes y olvidadas, pero dentro, que arrastra el flujo de la sangre en constante renovación – esfuerzo de voluntad. En la isla, la casa, nacer de mar a mar –cristal agua de invierno– perseverar, hasta despertar a la sirena.

El segundo, tiempo soleado, el pájaro cerca del nido en el jardín. Una en los pasadizos, guiada por las velas que alumbran el pálpito de un aliento en la hierba. Las palabras, atmósfera. ¿Dónde quedó?¿Qué traigo? El temblor, la nausea que atraviesa. Una niña que llora todavía. Otra que camina.