Forêt de Soignes - Luisa Antolín |
Los habitantes de Bruselas se sientan en corrillos en la plaza grande (Grand Place) la noche del solsticio de verano y hacen el recuento de los días de sol que ha habido en el año. Para ello, llaman a los contadores y a las escribanas, que a lo largo de los meses van haciendo el registro a punzón en unas tablas de arcilla. En los corrillos, las voceadoras van nombrando las fechas por orden cronológico: 27 de Marzo, 3 de abril, 15 de abril, 5 de Mayo, 6 de mayo… Los asistentes replican en coro, como eco a cada fecha, que queda por segundos suspendida en la humedad del aire. Cuando los días de sol se han sucedido más de una semana, todo el mundo aplaude y se comparten las anécdotas de la fecha señalada: las sábanas se secaron en el tendedero del patio, salí a leer al parque, recuperé la sombra sobre la acera… La ceremonia siempre es corta. Al terminar, las tablas de arcilla que marcan el calendario solar se cuelgan en una pared reservada en la sala de reuniones del ayuntamiento (Hotel de Ville). El mural queda abierto a visitas durante todo el año y está permitido tomar fotografías.
2 comentarios:
No sé lo que hay de verdad en este texo, Luisa, y lo que es imaginado. Pero si es irreal debería transformarse en veraz, porque es precioso.
Recuerdo muchas cosas de mi visita a Bruselas, pero una de las cosas que llamó mucho mi atención fue la climatología. “El país de las cuatro estaciones en un momento” lo llamo :-)
Besos y un fuerte abrazo.
Las tablillas con los días de sol marcados nunca terminan de secarse. Conservan esa cierta humedad del barro mal cocido, que las hace ductiles al tacto y hermosas a la luz del dia. Yo una vez tomé una de esas piezas de cerámica en mis manos, hace ya muchos años, y aun conservo el frescor a tierra mojada en las yemas de mis dedos.
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