Es como si hubiera un recinto secreto cuyo orificio de entrada solamente uno mismo conociera y es un orificio pequeño e informe, cuidadosamente cubierto, justo del tamaño de la paletada más llena de material rechazado que uno pueda aportarle cada vez. (...)
Así pues aquel recinto (…) a cuyas profundidades no nos hemos atrevido aún a descender- lo va demorando uno como un que hacer fantasma, cada vez con menos realidad-, va albergando todo lo diferido, lo roto, lo provisional, como un enorme desván. Pero todos los desvanes tienen un fraude. No nos pasan la cuenta en mucho tiempo, se van cobrando en carne y destrucción, van pudriendo lo alojado, y van pudriendo sobre todo en nosotros el deseo de rescatar lo alojado.
Carmen Martín Gaite
Cuadernos de todo (pag. 144-145)
Carmen Martín Gaite
Cuadernos de todo (pag. 144-145)
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