A mi querida amiga Paloma
Sancho, in memoriam
(que nació un 20 de enero como hoy y sigue viva en mí)
Entre
hoy y el otro día hay una muerte
I.
Todavía recuerdo el calor de tu mano
el calor que protege
del miedo y de la escarcha.
Quería que supieras
que estaba allí contigo,
no dejarte marchar.
Pero tú ya empezabas a irte,
como una flor desprendida del tallo
baja por el río.
II.
Desde niños nos enseñan a callar.
Las preguntas silenciadas resuenan
como un coro de fantasmas.
III.
Los que conocen la muerte
saben que no hay porqué.
No hay nunca una razón para la muerte.
IV.
¿Qué sabemos de la vida
cuando la muerte nos sorprende?
2 comentarios:
Luisa, hermosísimo y triste poema. Un abrazo.
Gracias, muchas gracias, Javier
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