El
primero, el día que abre el año, restos de espinas recientes y olvidadas, pero
dentro, que arrastra el flujo de la sangre en constante renovación – esfuerzo de
voluntad. En la isla, la casa, nacer de mar a mar –cristal agua de invierno– perseverar,
hasta despertar a la sirena.
El
segundo, tiempo soleado, el pájaro cerca del nido en el jardín. Una en los
pasadizos, guiada por las velas que alumbran el pálpito de un aliento en la
hierba. Las palabras, atmósfera. ¿Dónde quedó?¿Qué traigo? El temblor, la
nausea que atraviesa. Una niña que llora todavía. Otra que camina.
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