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martes, 27 de marzo de 2012

En el nombre del padre


Nadie puede decirme
de tu voz el recuerdo
quedó mudo en las fotos.

Instantes, cinco o seis
borrosos como un sueño
son todo lo que tengo:

me enseñaste a nadar
—los largos remolcada,
mis manos en tus hombros;

juntos dibujamos
una casa con prado,
tendida la ropa de colores;

jugamos a hacer palmas
para ahuyentar el frío.

De puntillas te di
el último beso
tú con pijama claro
en cama de hospital.

¿Qué sería yo?
¿Cómo hubiera sido
si la muerte
no hubiera llegado
tan pronto a visitarte?
¿Cómo vives en mí?
¿Qué me queda? 


2 comentarios:

María G. Z. dijo...

Es bellísimo y estremece. Un abrazo fuerte.
María

Juan dijo...

Me ha encantado. Seguro que desde el lugar que este también a él.
Eva